Mi líder es un joven llamado David Aguilar

Liderazgo, según dicta la R.A.E., en una  de sus acepciones, es la situación de superioridad en que se halla una institución, organización, producto o sector económico, dentro de su ámbito. Por ende, el líder, se asociaría también a esa condición de superioridad.

Desde mi experiencia vital, desde lo personal y lo profesional, desde mis vivencias y las relaciones que he tenido,  tengo y tendré. Desde todo lo que me queda por aprender, avanzar y evolucionar y, básicamente, porque en este momento tengo una manera de ver las cosas pero quiero tener el derecho a poder cambiar de opinión en cualquier momento de mi vida. Mi visión del liderazgo tiene que ver con aquellas personas que, por sus cualidades personales, son capaces de llevar a una persona, grupo o comunidad a alcanzar sus metas. Y para mí son especialmente importantes aquellas metas que suponen una mejora o avance para el individuo o para la sociedad, aquellas que conjugan el éxito profesional con el bienestar personal y con el beneficio para la comunidad. Mis líderes personales no tienen un cargo político, no son grandes empresarios o  ejecutivos de alto nivel. No tienen poder político ni económico. Son personas humildes, comprometidas con el bien común, capaces de generar confianza, de ayudar a tomar decisiones, de impulsar la mejora personal, la iniciativa, la creatividad, la motivación y el entusiasmo. Personas con valores, generosas, que se valoran a sí mismas y valoran a los demás. Con capacidad de empatía, de ponerse en la piel del otro y comprender sus circunstancias y su modo de vida, sin juzgarlo sino al contrario acompañarle en el camino de alcanzar una forma de vida mejor. Mis líderes son mi familia, mi hija, mis amigos, mis compañeras de trabajo. Mi líder es un joven llamado David Aguilar. Personas que luchan cada día por ser un poco mejor y que hacen que yo también me transforme en alguien mejor.

Mis líderes no son perfectos, tienen defectos, se equivocan, tienen debilidades, comenten errores, tienen miedos e inseguridades. Y esto que puede parecer una “tara”, al contrario los convierte en mejores ejemplos de liderazgo.

¿Qué si me siento líder? Creo que todos lo somos de alguna manera cuando somos capaces de tomar las riendas de nuestra vida, enfrentarnos a los problemas, superar las adversidades y aprender de ellas, evolucionar y aceptar el cambio, ayudar al que tenemos al lado y contribuir a hacer de este mundo un lugar un poquito más amable. En mi trabajo me siento líder (una líder pequeñita, no podía ser de otra manera con mi físico), cuando soy capaz de guiar a los demás para que sean los protagonistas de sus propias vidas, de su propio cambio, de la toma de decisiones personales, de elegir su destino y trabajar para conseguirlo, de ser lo que quieran ser más allá de las presiones sociales. Me entusiasma especialmente cuando podemos ejercer ese estímulo en los niños/as, y alcanzar, eso que tanto se usa ahora, el empoderamiento.

Blanca Conde. Psicóloga. Orientadora escolar.

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