Mujeres y Poder

“We have to be more reflective about what power is, what it is for, and how it is measured. To put it another way, if women are not perceived to be fully within the structures of power, surely it is power that we need to redefine rather than women?”

Mary Beard, Women & Power: A Manifesto

…) No obstante, seguimos tratando el poder como algo elitista, emparejado al prestigio público, al carisma individual del llamado liderazgo y, a menudo, aunque no siempre, a un cierto grado de celebridad. Nos referimos al poder de forma muy estricta y limitada, si se tratara de un objeto de propiedad que solo muy pocos – en su mayoría hombres – pueden poseer o ejercer (y eso es precisamente lo que resume la imagen de Perseo, o Trump, blandiendo su espada). En estos términos, las mujeres como género, no como individuos, quedan excluidas del poder por definición. No es fácil hacer encajar a las mujeres en una estructura que, de entrada, está codificada como masculina: lo que hay que hacer es cambiar la estructura. Y eso significa que hay que considerar el poder de forma distinta; significa separarlo del prestigio público; significa pensar de forma colaborativa, en el poder de los seguidores y no lo solo de los líderes; significa, sobre todo, pensar en el poder como atributo o incluso como verbo (“empoderar”), no como una propiedad. Me refiero a la capacidad de ser efectivo, de marcar la diferencia en el mundo, del derecho a ser tomado en serio, en conjunto e individualmente. Es el poder en este sentido que muchas mujeres perciben que no tienen y que lo quieren. ¿Por qué se ha hecho tan popular la expresión mansplaining (a pesar del fuerte rechazo que sienten muchos hombres al respecto)? Para nosotras da en el blanco porque apunta directamente a lo que siente cuando a uno no se le toma en serio un poco como cuando me dan lecciones de historia de Roma en Twitter.

¿Deberíamos, pues, ser optimistas en lo relativo al cambio cuando pensamos lo que es el poder y lo que puede hacer, y el compromiso de las mujeres con dicho poder? Quizás un poco. Me asombra, por ejemplo, que uno de los movimientos políticos más influyentes de los últimos años, Black Lives Matter, fuera fundado por tres mujeres, e imagino que pocos de nosotros reconoceríamos sus nombres, pero juntas tuvieron el poder de conseguir que las cosas se hicieran de otro modo.

Sin embargo, el panorama general es más bien lóbrego. Ni siquiera estamos cerca de subvertir aquellas historias fundacionales de poder que sirven para mantener a las mujeres fuera de su esfera, y aprovecharlas en nuestro beneficio, como hizo Thatcher con su bolso. Incluso yo misma me he opuesto pedantemente a la representación de Lisístrata como si tratara del poder de las mujeres, aunque quizás debamos representarla hoy en día. Y pese a los repetidos intentos feministas a lo largo de los últimos cincuenta años por recuperar a Medusa para el poder de las mujeres (como rezaba el título de una reciente colección de ensayos, Laughing with Medusa) – por no mencionar el uso que de ella hizo Versace en su logo – no ha cambiado en nada el modo en que sigue utilizándose en los ataques contra las mujeres políticas.

Mujeres y Poder. Un Manifiesto. Mary Beard

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